POR UNA UNIDAD PROGRAMÁTICA
Igualdad – Federalismo e Institucionalidad
Ya nadie duda que el sesgo kirchnerista vigente en el país desde el año 2003, ponderó un proyecto de poder por sobre la necesidad de un proyecto de país; en la necesidad de conservar el poder, se están llevando puestas las instituciones de la república y el federalismo, al tiempo que se consolida la pobreza y las desigualdades.
En vez de aprovechar la paridad de fuerza generadas por el ejercicio de la soberanía, en pos de los necesarios consensos que pongan de acuerdo a las mayorías en un proyecto de país que nos contenga a todos, el oficialismo expone a todos los argentinos al triste espectáculo de una caustica confrontación metódica, que fragmenta a la sociedad haciendo retroceder años en el camino recorrido por la construcción de nación.
El logro reconocido de una Corte independiente, es todos los días empañado con el apriete a jueces y fiscales, y con el obsceno manejo del cooptado Consejo de la Magistratura.
La recuperada imagen del Congreso, como ámbito catalizador de las diferencias, se ve avasallada con la temeraria actitud oficial, que machaca en las diferencias y genera diariamente un incendio verbal que crispa los ánimos de los argentinos.
El plantel de funcionarios gubernamentales está mucho más preocupado en la elección de los mejores insultos que destina diariamente a la oposición y la prensa, que en poner su compromiso y capacidad para la búsqueda de las soluciones a los problemas reales de una argentina. El país se debate entre la inflación, la inseguridad, la desocupación y la pobreza.
Un incomprensible y encarnizado enfrentamiento con lo que consideran medios de comunicación opositores, ridiculizan la función e imagen de los medios oficiales, que dejan de ser un instrumento de la cultura para convertirse en los cañones con los que se dispara a toda voz opositora.
Los Derechos Humanos, baluarte de la conquista democrática, se utilizan como herramienta de la confrontación y la fragmentación del pueblo argentino.
La centralización absoluta del manejo de los recursos, es el instrumento de sometimiento de la voluntad del federalismo argentino, de la consolidación de un sistema clientelar de la política, de la descomposición de los partidos políticos y la afirmación de la pobreza.
Con este panorama, la reparadora causa histórica de la U.C.R., está más vigente que nunca. Hay que iniciar un camino que empiece por la transformación, hacia un federalismo fiscal que permita el desarrollo integral del país, que continúe con la recuperación de la república y sus instituciones y culmine con la realización del hombre en democracia.
Sin rumbo y endeudados
Diez años de administración de Unión por Córdoba del Estado provincial, nos deja una provincia con el futuro comprometido por la elevadísima deuda contraída, sin la infraestructura que abra la posibilidad del desarrollo, y con los servicios esenciales desquiciados.
La situación financiera de la provincia pone a la administración ante la incertidumbre periódica de no saber si se podrán pagar los sueldos de los empleados públicos.
La renuncia al rol histórico en el contexto del federalismo argentino, ha generado una inusitada situación de dependencia con gobierno central, al punto que nada es posible sino con los recursos que Córdoba mendiga a la nación.
La irresponsable administración de la caja de jubilaciones se ha convertido en una espada de Damocles que pende sobre el futuro de miles de cordobeses.
La inacción del Gobierno de la Provincia, en las áreas más sensibles, somete a vivir a los cordobeses en la más baja calidad de vida que se recuerde: inseguridad creciente y sin ideas para superarla; la salud desbordada en la que contrastan, una latosa y voluntarista propaganda, con el padecimiento diario de miles de ciudadanos desatendidos; la confusión flagrante entre calidad educativa y edificios vacios de alumnos y contenidos, y el estancamiento y la pobreza como producto de erradas políticas sociales.
El radicalismo provincial tiene la obligación de revitalizar su mejor visión de una Córdoba pujante, y retomar su tradición administradora para sacar a la provincia del letargo.
Por una unidad Programática
Tener la posibilidad de volver a gobernar Córdoba no es cuestión de quimeras. La lectura de los posibles escenarios y la actuación consecuente, son un imperativo de los ciudadanos cordobeses para que esa posibilidad se abra.
El primer paso es ejercer con total responsabilidad el rol opositor que la voluntad popular nos ha asignado, para lo que hay que borrar toda sospecha de connivencia con el gobierno, muchas veces traslucida por la reprochable actitud de muchos de sus dirigentes que se doblegan por beneficiarse.
En segundo lugar hay que elaborar un programa con la participación de todos, haciendo hincapié en la cuestión social, para poder ofrecérselo a los cordobeses.
El presupuesto es la unidad. Cada vez que primó el sectarismo, la U.C.R. quedó fuera de las posibilidades de gobernar, y lo cierto es que algunas actitudes presentes, de quienes se ven con el futuro regalado, generan la preocupación de un yerro que puede costarnos la oportunidad de la alternancia.
Los radicales no podemos desoír las enseñanzas de nuestros propios fracasos. Vivo está el recuerdo de quienes cerraron el partido empujando a quienes quedaron fuera a dirimir la interna, tanto por negarse al debate como por la avaricia de los cargos.
El ejemplo que marca el partido nacional, que viene de una crisis más profunda, es digno de imitar. El Partido es el que congrega a todos sin exclusiones, se recorre el país en la construcción de una propuesta integradora y federal; y los posibles candidatos no dirimen públicamente y suman a la causa de la recuperación de la herramienta sin personalismo ni vedetismo.
El camino del triunfo tiene la exigencia de ciertos hitos fundamentales, unidad, programa con propuesta social y conducta cívica, que no es otra cosa que respetar la propia historia.
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